Para los amantes de la ciencia ficción
El apellido que el mundo editorial y la crítica agrega a diferentes temáticas recurrentes en la producción de diversos autores literarios no deja de ser útil. Esa literatura “de género” (negro, fantástico y añada usted aquí el que más le fascine) es la que convierte en apetecible un libro cualquiera para el lector interesado en cada uno esos universos creativos en particular. Y sin embargo, la etiqueta a menudo rebaja la enjundia que se presupone a esas obras que la llevan pegada. ¿Acaso no son literatura “de verdad?
Pues bien, en ocasiones parece que así se considera por quienes solo quieren ver una condición elevada en el arte literario expuesto de forma canónica, “como debe ser”. Y es en este punto, como consumidor de Ciencia Ficción, en el que me permito revelarme frente a semejante percepción del ejercicio de escribir, condenado o bendecido según en qué escenario se despliegue.
Varias obras fundamentales de la literatura universal bien podrían estar encapsuladas y empaquetadas en ese cajón de literatura de Ciencia Ficción o Fantástica -que no es lo mismo-. Y hoy nadie les niega esa condición de fundamental. Está por definir, quizás, hasta qué punto podemos mirar a Homero como un autor fantástico, en más de un sentido. A Cervantes no lo podemos excluir del todo de esta conversación. En torno a Verne se ha discutido mucho acerca de si es un autor, en rigor, de Ciencia Ficción o no (yo, personalmente, lo tengo claro). ¡Ah, Mary Shelley y su Frankenstein o El moderno Prometeo! ¿Y qué me cuentan de Borges? ¿O de Ursula K. Le Guin, marcada para la eternidad como autora SciFi? Es evidente que David Foster Wallace transita por estos paisajes en su fenomenal La broma infinita. Estamos hablando de escritores mayúsculos. ¿Importa el género?
Obvio: no es así. En cualquier estantería, en cualquier librería, podremos encontrar títulos más universales o menos, con los que sintonicemos de manera íntima en mayor o en menor grado. Entre ellos también se mezclan novelas, relatos o poemas que dan vida a espectros dicharacheros, detectives oscuros, viajeras temporales, príncipes galácticos, brujas buenas, policías malos, vaqueros polvorientos, un maestro de las llaves y una guardiana de la puerta. Con fortuna variable según el caso, siempre será literatura “en serio”. Porque la literatura siempre es de verdad: no tiene por qué presentarse siempre de manera grave o circunspecta para dejar de tener peso.
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