Pedro Flores o la poética de los contornos del abismo
La obra literaria es un acto de comunicación comprensible en su tiempo, pero también explicable en cuanto que pervive en otras circunstancias diferentes de su creación.
Adentrarse en su poética, siguiendo la filosofía wittgensteiniana, supone establecer las relaciones que se dan entre lenguaje, pensamiento y mundo.
Pedro Flores cumple con el título Los poetas feroces cuentan lobos para dormir no sólo una función fática, de contacto ,sino que presenta una doble dimensión semántica; por un lado, la referencialidad del título y, por otro, la intencionalidad con que se titula.
Bajo un predicado trivalente ,Flores, anticipa mediante el uso de la prolepsis un devenir poético que nos obliga a plasmar la existencia de una poesía oral, esto es, un dictado del que su mano torna el recuerdo desgarrador en un símbolo de vida que no borra lo cotidiano como experiencia vivida.
Dice el autor: Pero, el tiempo, que es como una cuerda de violín herido, como la red de una araña en la tormenta, quiere seguir sucediendo.
Así, la palabra y la ficción, acompañándose la una a la otra, nos conduce al espacio del poeta-narrador como espacio mismo de la justicia benjaminiana; la rememoración de la estética de los hechos cotidianos se convierte en un ángel de la historia, pero a diferencia de este, ya no sólo se observan los contornos del tiempo, sino que cuenta y, por consiguiente, actúa.
Por eso, sus palabras sólo pueden ser horadadas mediante la ficcionalización de lo vivido, mediante una poesía que no sólo es inagotable, sino también verídica.
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